“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”. Efesios 1:13-14.
El Apóstol Pablo dirigiéndose a los creyentes de la Iglesia de Éfeso, quienes habían esperado en Cristo (v. 12), al decirles “en él también vosotros” se refiere a que, estando en Cristo, forman parte de un solo cuerpo, la iglesia, cuya cabeza es Cristo “… Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador” (Efesios 5:23) “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Corintios 12:27),y que ahora también son participes de lo que Dios a través de Cristo ofrece a su Iglesia. Los creyentes de la Iglesia de Cristo hoy en día, gozamos también de los mismos derechos que gozaba la Iglesia de Éfeso a quienes Pablo dirige su carta.
¿En qué momento hemos sido sellados con el Espíritu Santo? Esto ocurre de la siguiente manera: En primer lugar, cuando oímos la palabra de verdad, indistintamente de la forma que llegó a nuestros oídos el evangelio de salvación. En segundo lugar, luego de que hemos oímos el evangelio, lo hemos creído, lo hemos hecho nuestro y lo hemos aceptado por fe en nuestro corazón. En tercer lugar, en el mismo instante en que oímos y creímos el evangelio de salvación somos sellados con el Espíritu Santo. La Biblia Reina Valera Antigua lo expresa de la siguiente manera: “…en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa…” Efesios 1:13
¿Y por quién hemos sido sellados? Según leemos en 2 Corintios 1:21-22 “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones”. Es Dios Padre entonces quien ha puesto en nosotros el sello del Espíritu Santo. Haber sido sellados por Dios significa que ahora le pertenecemos a Él.
¿Qué significa la palabra arras? Las arras que el Dios nos ha dado por medio de su Espíritu Santo son similares al anillo que el novio entrega a la novia como señal del compromiso; son la garantía de un pacto. Maravillosamente, una vez aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, el Señor coloca un sello en nuestro espíritu que nos identifica como propiedad suya; y en nuestro corazón ha colocado una prenda valiosa (El Espíritu Santo) que representa un adelanto de las riquezas espirituales que como a hijos de Dios nos pertenece.1
El don del Espíritu a los creyentes es el pago inicial de nuestra herencia celestial, que Cristo prometió y aseguró para nosotros en la cruz. Debido a que el Espíritu nos ha sellado, estamos seguros de nuestra salvación. Nadie puede romper el sello de Dios. A través del don del Espíritu, Dios nos renueva y santifica. Él produce en nuestros corazones esos sentimientos, esperanzas y deseos que son la evidencia de que somos aceptados por Dios, que somos considerados como Sus hijos adoptivos, que nuestra esperanza es genuina, y que nuestra recompensa y salvación están aseguradas, de la misma forma que un sello garantiza un testamento o un contrato.2
Considerando lo dicho líneas arriba, cabe preguntarnos:
¿Puede Dios quitar el sello con el que él mismo selló a sus hijos para el día de la redención, que es un hecho futuro a la conversión de una persona? (Efesios 1:13; 2 Corintios 1:21-22)
¿Puede acaso Dios quitar el Espíritu Santo a quienes él adoptó como sus hijos?
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!” (Romanos 8:15).
¿Puede Dios quitar el Espíritu Santo a quiénes rescató del reino de las tinieblas, o que arrebató de las manos de Satanás, para que vuelvan otra vez a sus dominios?
“Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9)
Finalmente, ¿Puede Cristo dejarse arrebatar a quien el compró con su sangre en la cruz?
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,” (1 Pedro 1:18-21)
¿Quieres aceptar a Jesús como tu Señor y tu único salvador?
Acércate a Jesús en oración y en señal de arrepentimiento, pidiendo de todo corazón que te perdone. Él no sólo perdonará tus pecados, sino que transformará tu vida, quitará el vacío que hay en tu corazón, hará de ti una nueva criatura, escribirá tu nombre en el Libro de la Vida del Cordero, te hará un hijo de Dios y te dará vida eterna. Vivirás por toda la eternidad, juntamente con Jesús y con todos aquellos que hoy le siguen y le sirven y que un día entregaron también a Él sus vidas.
Si esa es tu decisión, ¡¡Bienvenido seas a la familia de Dios!!
Que Dios te bendiga.
A menos que se diga lo contrario, todas las citas han sido tomadas de la Biblia Reyna-Valera versión 1960.